MATI PRADO

Hola cáncer:

Te saludo con un hola, en tiempo pasado y te digo adiós, en tiempo presente.

Llegaste a mi vida un 12 de febrero, sin llamarte. Cuando me di cuenta estabas viviendo, alojado en mi cuerpo, sin haber sido invitado, llamado, querido, ni deseado. Me invadiste en silencio, con traición, como lo hacen los depredadores con sus presas. Muchas veces he pensado y me he preguntado, ¿Qué mal he hecho para que crecieras en mi cuerpo?, ¿Qué abono he echado para que nacieras, mala hierba?, no hay respuesta, soy una más. Si has venido a enseñarme algo que no sabía o no me daba cuenta, sí lo has hecho, Cómo no!!!!. Has conseguido que valore mi salud por encima de todo, que no castigue mi cuerpo con prisas y agobios y que disfrute de las pequeñas cosas del día a día. Como persona, lo siento, sigo siendo la misma, he vivido acontecimientos a lo largo de mi existencia que me han enseñado más que tu y que han sido más duros que tu, teniendo mi vida, de otra manera a merced del destino. Con 25 años posiblemente me hubiera hundido, pero con 50 te hago frente con toda mi energía y con todas las armas que tengo a mi alcance, que no ha sido otra cosa que mi fuerza, sonrisa, sentido del humor, positividad, familia, amigos y personas estupendas que he conocido gracia a ti y que han pasado por lo mismo que yo.

Te has llevado durante un tiempo mi día a día, mi rutina, mi sol; te has llevado parte de mi feminidad y mi sexualidad; has mutilado una parte de mi cuerpo sintiéndome la mitad de mujer que hace unos meses fui, pero también te digo que, en un tiempo, no muy lejano, seré una mujer nueva y cuando vea la cicatriz física, cada mañana en el espejo, te veré como algo del pasado que afortunadamente he superado y pasaras al mundo de nunca jamás, de donde nunca debiste salir.

Cuando el cirujano me anunció tu llegada, en mi cabeza rondaba la idea, solamente, de forma fija y obsesiva el quitarte del medio, asesinarte, estrangularte, aunque te llevaras con ello mi pecho izquierdo, lo sacrificaba. Te visualizaba triturado y tirado a la basura como el desecho que eres, y en todo caso, tu final y el mejor para ti, ser utilizado para investigarte y estudiarte y así, evitar, que otras mujeres pasen por la misma experiencia que yo.

No te voy a perdonar, sí mi propio sufrimiento y preocupación, pero no el de mi familia, mis padres mayores y de aquellas otras personas que me aprecian y quieren, en especial el de mi hermana que te ha padecido y sufrido en la distancia, con la impotencia de no poder estar a mi lado, aunque también te doy las gracias por aparecer en mí y no en ellas, mis hermanas. No lo digo como un acto de valentía, al contrario, lo digo como cobarde que soy, no puedo ver sufrir a otras personas a las que quiero.

A consecuencia de tu invasión, no te perdono en estos momentos, lo haré seguramente con el tiempo. La aplicación del protocolo medico para evitar que vuelvas a rebrotar, de forma traicionera en el futuro. Se suma la pérdida de una parte de mi cuerpo, el tratamiento de quimio, al que me he visto sometida y el de radio, que en corto plazo tendré que recibir. Ese

veneno que ha corrido por mis venas y del que padecí y padezco sus efectos secundarios que afecta a mis uñas, mi pelo, ascos, olores, y sabores alterados, mi menopausia obligada con sus efectos, vista, articulaciones, venas, etc., y el cuidado permanente de mi brazo para evitar el linfedema. Cuanto he tenido que pagar por 1,7 cm., de cáncer cabrón!!!!. Y no fuiste invitado. Quiero decirte casi por último, una cosa y que te quede bien claro, espero que no vuelvas a mi vida, ni a mi cuerpo; te has llevado a mucha gente y algunas queridas para mí y si alguna vez se te ocurre volver, solo pido a Dios que me de las fuerzas suficientes para hacerte frente y terminar contigo. Seré, utilizando mi humor, la protagonista de braveheart segunda parte (corazón valiente).

Por último y a forma de despedida utilizaré una estrofa de la canción de Fito que dice “Nunca se para de crecer, nunca se deja de morir”, a pesar tuyo, sigo creciendo y por el momento estoy aquí, en la tierra, vivita y coleando. Lo siento pero te comunico que no ha llegado mi hora. Sigo luchando y creo firmemente que te he ganado la batalla. Adiós