GUADALUPE VEGA

Hoy quiero hablar de cáncer y quiero hablar de vida. Y también de esperanza y de paciencia, de miedo y de rabia, de todas esas sensaciones extrañas con las que se convive cuando una enfermedad como esta te sorprende.

Hoy quiero hablarte a ti amiga/o, que sufres tan dura enfermedad, pero no quiero hablarte de medicación, de lo que le pasa a tu cuerpo, del malestar profundo con el que convives, no, eso no.

Quiero hablarte de lo que sé que sientes y que seguramente poca gente a tu alrededor entiende, quiero poder transmitirte un mensaje esperanzador desde mi experiencia.

Sé que no sabes cómo gestionar tanta tristeza ni tanto desespero. Que largo proceso éste, en el que te ves envuelto, verdad? Que sensaciones tan raras se te han despertado como de repente. El cuerpo es un torbellino de dolores y la cabeza un torbellino de rarezas, pero todo pasa, todo acaba.

Sólo hay que dejar que pasen los días, sí, muchos días, lo sé. Han de pasar, entre lágrimas, horas muy largas y momentos muy feos pero después llegará “El Día”, el gran día, un nuevo amanecer que te regalará a una nueva persona, fuerte, segura, imparable….sobre todo imparable. Yo me siento imparable, es la mejor definición que se me ocurre y tómatelo al pie de la letra porque te garantizo es así.

Hablo de cáncer cuando miro mi carne quemada por la radioterapia que arrasa con todo a su paso, cuando el cansancio me deja tirada en el sofá

sé qué hacer para aliviarte”. Hablo de cáncer cuando mi ira es más grande que mi esperanza, cuando mi miedo superaba a mi fuerza, cuando mis lágrimas me roban mi serenidad, entonces hablo de cáncer.

Pero yo quiero hablar de vida. De paciencia, sobre todo de mucha paciencia. Han de pasar los días, han de pasar las noches, las semanas y los meses. Son unos cuantos meses sí, pero pasan, acaban, los dejarás atrás, cerrarás esta puerta y se te abrirán otras. El agotamiento desaparecerá y un día te sentirás con fuerza como si nunca te hubiera faltado, reirás y disfrutaras como si nunca hubieras llorado, un día oirás ese esperado “ya está, estas curado” (lo digo con la boca pequeña, para mí el cáncer no se cura, es una enfermedad  crónica) y ese día empezará una nueva vida, con una nueva persona que está creciendo de ti sin que te des casi ni cuenta.

Dale la mano a la vida y gánale la batalla al cáncer. Hazlo por ti, pero también por los que no pudieron ganar, por los que lamentablemente en un futuro empezaran esta dura lucha, por todo aquel que está a tu lado y porque tampoco puedes hacer otra cosa más que luchar. Así que sigue caminando que la meta está a la vuelta de la esquina, aunque la esquina la estés viendo a kilómetros de distancia, lo importante es que está ahí, esperándote.

Ánimo, sigue luchando y no te olvides nunca de que en esta guerra estamos todos juntos.