BEGOÑA UNZUETA

Hace unos años más o menos por el 2007, por casualidades de la vida llego a mis oídos que un grupo de mujeres en proceso de recuperación de un cáncer de mama habían fundado una casa donde se reunían con cierta frecuencia.

Hasta ese momento, quizá, nunca me había dado cuenta conscientemente de la existencia de esta enfermedad, quizá, por miedo.

Me gusto tanto la idea que sin tener ningún tipo de conocimiento del tema, quise participar.

Conocerlas e involucrarme con ellas fue todo uno, a los pocos días ya eran mis amigas, mis confidentes, con ellas he aprendido el valor de la vida, me han enseñado que la fuerza es uno mismo es la mejor cura, el valor de la familia, y lo importante de rodearte de gente que te quiere.

Ellas demuestran que cada día es único, que nos quejamos por cosas que no merecen ni un minuto de nuestro tiempo.

Son audaces, divertidas, generosas, hermosas por fuera, pero aun más hermosas por dentro que es donde verdaderamente importa la belleza.

Nuestra gran fiesta anual con nuestros desfiles-bailes han sido días inolvidables, han demostrado a todo el mundo, que con esta enfermedad se convive como si fuera otra, le ponen la cara amable, le quitan importancia y transmiten una energía tan positiva que llega a todos los que estamos a su alrededor.

Pertenecer, ayudar en lo que puedo, ha hecho que durante todos estos años tenga en este grupo de valientes mujeres, a mis mejores amigas.

Todo un lujo.