PAULA YUSTE

Me llamo Paula, y dentro de un par de meses más o menos, va hacer 5 años que, en la campaña de prevención del cáncer de mama, del Principado de Asturias, cuando acudí al Hospital de la Cruz Roja a hacerme la pertinente mamografía de dicha campaña, me descubrieron algo raro en la mama izquierda, que después tuvo la confirmación con la ecografía y biopsia oportuna, de que me había tocado eso que las mujeres tanto tenemos, tenía un cáncer.

Como yo me hacía revisiones por mi cuenta desde hacía bastantes años, la sorpresa fue todavía mayor.

Ese día quede en estado de “shock “, ya que, aunque todas sabemos de alguien conocido que lo padece, una nunca se lo espera y más aún si se preocupa de revisarse preventivamente. En el mismo momento de las pruebas de Cabueñes ya me confirmaron el diagnóstico y se me cayó el mundo encima, porque algo no esperado y para lo que no estás preparada, hace que la palabra cáncer la asimiles a muerte segura.

He de decir que después de estas pruebas tardé pocos días en tener que acudir a la Unidad de Mama de Pumarín, donde me iban a explicar exactamente lo que tenía y lo que tenían que hacerme. Nunca olvidaré que el Dr. Artime, el médico que aquel día me atendió y me explico lo que me tenían que hacer y los tratamientos que me darían, tuvo un tacto y una manera de decirme las cosas tan especiales, que fue el primer soplo de ánimo sobre mi enfermedad.

Gracias a eso me puse a reflexionar y a pensar que tenía que luchar por salir adelante, pues había una familia, sobre todo mi marido y mi hijo que me animaban en que todo saldría bien y no podía fallarles y cuando vieron que estaba dispuesta a tirar adelante ambos se sentían orgullosos de mi y de mi lucha por recuperarme.

Salvo una demora en la operación que no consideré correcta, la atención médica del servicio de Oncología y de Radioterapia de Jove fue muy buena, ya que los profesionales encargados de ello tenían todos una profesionalidad y un trato con nosotras espléndido que no te hacía pensar en la dureza de los tratamientos que nos estaban dando.

Además del apoyo de la familia, allí me fui encontrando con otras compañeras en igual situación y que hoy día son mis mejores amigas.

Esa relación fue la que poco tiempo después, diera lugar a conocer un lugar de encuentro de mujeres en mi misma situación, y que se dedicaba a ayuda a las que, como yo, les había tocado esa enfermedad. Ese lugar era la BRUNO SALVADORI LIONS FUNDACION, y que hoy conocemos como la “Casa de la Vida”.

Esta fundación fue lo mejor que me pude encontrar, ya que, si no hubiera existido, seguro que llevaría mucho peor la curación de mi enfermedad.

Me permitió el dedicar varios días de la semana a acudir a la asociación, para compartir opiniones, ánimos y experiencias sobre nuestra enfermedad, de modo y manera que nos acostumbramos a llevarla como una enfermedad crónica y no como pensaba cuando me la diagnosticaron.

Entre esas charlas entre nosotras, cursos y actividades varias para el desfile anual que organizamos el 19 de octubre, día del cáncer de mama, se ha ido convirtiendo en club de amigas, por la forma en que hemos aprendido a llevar nuestra enfermedad.

Por esas diferentes actividades en las que participo, tengo que dar especiales gracias a las compañeras de nuestro grupo de baile y que por tener que ensayar mucho durante el año, pues paso más tiempo con ellas que con el resto de compañeras, pero tengo que destacar que son igualmente encantadoras.

En estos momentos de la vida tan duros es cuando ves quien realmente es tu verdadera amiga, y como en la asociación nos apoyamos todas, pues es todo mucho más fácil.

Como dije antes, mi marido y mi hijo estaban orgullosos de mí, por como aprendí a llevar mi enfermedad, pero desgraciadamente la vida me tenía reservado un golpe mucho más duro y doloroso, como fue el accidente de tráfico en el que falleció mi querido hijo Kike. Eso sí que es indescriptible ya que nadie está preparado para ver morir a un hijo antes que uno mismo y más pensando en lo orgulloso que estaba de cómo su madre estaba llevando la enfermedad.

Y aquí de nuevo, estaban junto a mí, mis mejores amigas del grupo de baile (el resto también) que me acompañaron en los momentos más duros de aquellos fatídicos días y que siempre están llamándome y pendientes de mi para darme ánimos y ayudarme a salir también de este durísimo trance y que por el orgullo que tenía de mí y de su memoria debo salir adelante.

También tengo que agradecer como el resto de compañeras, la impagable ayuda del colaborador con la asociación del psicólogo Miguel Morán, que, con sus cursos de coaching, nos enseñó cómo enfocar mejor la recuperación de nuestra enfermedad.

Y ya para acabar vuelvo a dar las gracias a mis compañeras de baile, que no dejan ni un instante de preocuparse de mí y especialmente en estos momentos tan dolorosos de la muerte de mi hijo, y que, sin su ayuda, la de Roberto y la de mi familia sería muy duro aprender a sobrellevarlo.

Un beso y un abrazo a todas.

 Os quiero